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jueves, 9 de octubre de 2014

Impresiones sobre Rusia

Rusia no es un país que le inspire mucho amor al mundo, especialmente gracias a los gringos que invirtieron todos sus recursos en demonizar a la Unión Soviética y a los comunistas en épocas de guerra fría e inclusive hoy en día. Finlandia tiene una enorme frontera con Rusia y San Petersburgo está a 3 horas de tren de Helsinki, y sin embargo los Finlandeses viajan más a España o Tailandia que al país vecino. Para mí Rusia siempre fue un sueño lejano, un país enorme que jugó una importancia capital en las ideologías y la situación actual en la que está latinoamerica pero también un tirano que siempre hizo lo que quiso. Pues bien, ya que no soy finlandesa ni tampoco necesito visa, decidimos con mi familia aventurarnos en esta tierra fría y enorme para hacernos nuestra propia idea de Rusia.


Para entender y apreciar a Rusia y los rusos hay que liberarse de todo lo que nos enseñaron en el pasado. Los rusos, como los latinoamericanos, son personas espontáneas, y aprecian la vida en comunidad y el caos. Nos pasó que un día nos perdimos, y una pareja sintiendo nuestra errancia, se acercó a nosotros a pesar de no hablar inglés y nos ayudó a ubicarnos. Y esto suena normal para un latino, pero en Finlandia por ejemplo a las personas poco les importa si te pierdes. En Rusia no ves a personas mendigando o alcohólicos o vagabundos en la calle. Las mujeres rusas, especialmente en San Petersburgo son muy elegantes (siempre con tacones y gabardinas) y son increíblemente lindas. Yo no creía que las rusas fueran muy bonitas hasta que fui a San Petersburgo, porque son súper naturales y tienen unos rasgos hermosos, una mezcla entre oriente y occidente que favorece sus rasgos, como por ejemplo Natalia Vodianova. Infelizmente no vi un solo hombre buenmozo, la mayoría se parece a Vladimir Putin, juzguen ustedes.  Las grandes ciudades rusas como San Petersburgo o Moscú están acostumbradas a ver grandes números de personas y tal vez por el hecho de que eran antiguamente gobernadas por los tsares megalómanos, las distancias y los lugares son gigantescos. Los restaurantes, tiendas, apartamentos y estaciones de metro parecen hechos para gigantes y es fácil sentirse como una hormiga en estas ciudades, tampoco es raro ver edificios o fábricas abandonadas o cayendóse a pedazos por falta de presupuesto para mantenerlos, un poco como Roma, especialmente en San Petersburgo. 

Lo que más me impresionó de Rusia fue Moscú. Moscú no tiene nada que ver con Europa ni con el resto del mundo. La ciudad en si corresponde a un mundo aparte con sus propias leyes , personas e historia. Las calles son gigantescas y anchas, y si no fuera por las lujosas tiendas Dior, Armani, Louis Vuitton o los Porsche y Ferrari rodando, aún te creerías en la época del comunismo. Antes de entrar a la plaza roja se encuentra una imponente estatua de un general a caballo, el cual aplasta un águila que representa a los nazis. Un poco más lejos está la estatua del pensador comunista Karl Marx y en la plaza Roja se encuentra grande, pomposa y vigilada, la tumba de Lenin. Los edificios del estado poseen una arquitectura imponente y asustadora y parecen gigantescas catedrales góticas y todos llevan la hoz y el martillo. En la mayoría de los edificios aún se pueden ver la hoz y el martillo, o bien estatuas del comunismo. En muchos de los países que solían ser de la unión soviética estas estatuas fueron destruidas pero en Rusia aún están intactas como si el país luchara nostálgicamente por conservarlas esperando con ansias que aquella época gloriosa regresara. Rusia es un mundo en sí. Es raro conocer a rusos que hablen inglés o bien conozcan mucho de otros países fuera de Rusia. Tuve una conversación con el conserje del hotel al que le conté que íbamos a viajar a Estonia y me dijo: "No nos gustan los países bálticos" a lo que le pregunté porqué y me respondió: "porque nosotros no le gustamos a ellos". Rusia tiene problemáticas similares a las que tiene Brasil:  por ser un país tan enorme, la necesidad de conocer la cultura de los demás y de intercambiar con los demás pasa atrás de sus propios intereses pues aún necesitan conocerse a sí mismos, unificar un país que podría ser un continente y la verdad es que Rusia siempre estuvo insolado del resto del mundo tanto ideológica como cultural, política y agriculturalmente y es de cierta manera comprensible que sientan que no necesitan al resto del mundo. 

A pesar del etnocentrismo, Rusia es un país espectacular, con una cultura y una riquezas incomparables y realmente, para cualquier persona que quiera entender lo que está pasando en el mundo hoy en día, y su propia historia les recomiendo pegarse el viajecito y conocer a este hermoso gigante incomprendido. 

Próximas paradas para mí: Siberia y Kalmykia, la región budista de Rusia. 

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